Ensayando el futuro

Ensayando el futuro

Ya hace unos años aprendí —sobre todo desde que trato con niños— que el mejor camino para innovar es escuchar a los agentes que están inmersos en nuestro entorno. Schumacher, en Una guía para los perplejos nos decía que es sencillo obtener leyes, patrones, de las cosas muertas, pero que las cosas vivas cambiaban sus reglas de actuación constantemente.

Ensayando el futuro, la nueva colección de microensayos publicada por la Fundación Confemetal, nace de este diálogo con la gente. Pero en lugar de explicar en qué consiste, te voy a contar una pequeña historia sobre cómo surgió esta observación. Creo que así disfrutarás más —y de una forma amable— de cómo nace un proceso de innovación.

El caso es que me gusta hablar con la gente. Siempre aprendo algo nuevo, siempre percibo algo nuevo, siempre logran limar un poco mis creencias. Y eso lo percibo como algo bueno para corregir mi evolución intelectual. Por mis circunstancias, y entorno en el que me desenvuelvo, suelo estar en contacto con varios perfiles tecnológicos, generalmente cargos medios y altos en empresas.

Pues bien. Yo notaba que estos perfiles de los que hablo tenían verdadero interés por formarse y ampliar sus miras. Muchos se sentían oxidados debido a su trabajo diario y no les gusta no-evolucionar en conocimiento. Algunos me comentaban que sus cargos les exigían cierta previsión sobre el futuro de los mercados, sobre nuevos métodos de gestión y diferentes perspectivas, precisamente para ir acorde a la evolución del mundo.

—… entonces lo que hago —me decían— es comprar libros de autores extranjeros y estudiármelos.

Este hecho me preocupaba. En mi experiencia, los autores extranjeros, generalmente norteamericanos, publicaban libros voluminosos en los que explicaban el cómo de algo proponiendo su método, siempre plagado de ejemplos. Eran libros técnicos. Pero —y yo también devoro libros así—, casi ninguno me explicaba el qué.

Comencé al interesarme por el qué y el hacia dónde. ¿Qué era la gestión de equipos, en realidad? ¿Y un sistema distribuido? ¿Cuál sería la evolución de la ciberseguridad o del metaverso? ¿Qué tendría yo que entender exactamente por «lenguaje de programación»? Y todo eso, ¿podía ser otra cosa diferente a lo que veo? Como soy un tipo curioso, busqué libros que no fuesen técnicos, sino ensayos. Quería encontrar puntos de vista sólidos que no repitiesen la visión de otros tan solo aportando métodos de cómo llevarlos a la práctica. La realidad es que apenas encontré ninguno.

Creí necesario rellenar ese vacío cuanto antes. Una sociedad evoluciona por su I+D+I, innovación que necesita de ideas y las pone en práctica. Y las ideas siempre parten de visiones del mundo, sea por observación, deducción o experiencia de su autor. Entonces diseñé una colección de ensayos que aportasen nuevas ideas al mundo tecnológico, con las que esos cargos intermedios y directivos pudiesen hacer cambios en su vida —laboral o privada— y mejorar su eficacia, eficiencia o competitividad. Ensayos para adelantarse un poco al ritmo al que va el mundo y entender esas reglas que cambian constantemente en el entorno V.U.C.A. en el que vivimos.

Pero me encontré con un problema. El mundo actual, queramos o no, está hiperrevolucionado. Todo fluye rápido, dinámico, cambiante. No hay tiempo a estudiar en profundidad las novedades y nuestra atención, como señaló ya en los años setenta el Nobel Herbert Simon, debe economizarse. En una palabra: era inviable un ensayo de profundidad y extensión kantianas.

¿Qué podía hacer en esta era micro? Las reuniones empresariales se acortan, la formación se reduce a «píldoras», los vídeos no duran más que unos minutos y hasta las series de televisión recortan la extensión de sus capítulos. Si te gusta leer ya lo sabes: los capítulos de los libros son cada vez más cortos, y los libros en sí, también. Entonces sentí a los astros susurrarme la respuesta: había que ofrecer microensayos.

Con mucho atrevimiento le expuse la idea a la Fundación Confemental y su Responsable Editorial, Javier Castaño, vio enseguida su utilidad práctica. Era preciso presentar una serie de microensayos prácticos cuya lectura fuese ligera y no llevase más de un par de tardes, o un viaje en tren de cercanías. Estas lecturas tenían que aportar nuevas visiones acerca de temas tecnológicos concretos —un qué y un hacia dónde— y estar escritas por autores cercanos a nosotros, inmersos en nuestra realidad —y no en países multimillonarios lejanos— y, además, debían condensar toda su experiencia.

Javier y yo nos miramos y sonreímos. Ensayando el futuro, la nueva colección, había nacido.

No es una gran historia, pero guarda una sorpresa. Aunque lo parezca, esta pequeña historia no se acaba aquí. Tú, como lector con una serie de responsabilidades laborales importantes, debes continuarla. Permite que los títulos de Ensayando el futuro te cuestionen tu punto de vista y cómo lo aplicas en tu trabajo. Deja que sacudan tu conciencia. Ábrete a las nuevas realidades y haz microexperimentos en tu trabajo, buscando ese I+D+I que nos permite vivir mejor. Escucha al mundo, adáptate y convierte en práctica lo que te ofrecemos como idea sobre el papel. Detecta las señales del cambio.

No encuentro más camino que ese para que crezcamos como individuos y sociedad. Porque el qué y el hacia dónde son la respuesta.

Jacobo Feijoo
Coordinador de la Colección
“Ensayando el Futuro” de Fundación Confemetal