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Noviembre 2021

El líder que llevamos dentro

En los últimos quince años, como consultor de recursos humanos he coincidido con muchos profesionales que buscaban respuestas únicas y definitivas a los problemas que la dirección de personas suscita. Conozco a bastantes compañeros con las ideas muy claras y que pueden responder perfectamente a sus preguntas. He podido comprobar que la química es prácticamente instantánea, el 90% de los participantes en seminarios de dirección coinciden con las teorías que allí se presentan. Es más, un porcentaje elevado de este 90% afirma, además, que lleva mucho tiempo practicándolas en su puesto. Es algo así como cuando preguntamos: “¿Consideráis positivo el trabajo en equipo?”. Prácticamente todos respondemos que sí. Algunos incluso añaden: “En mi empresa todos trabajamos en equipo; cada uno hace lo suyo y no se mete en lo de los demás”. La respuesta anterior vale como anécdota, pero deja en mal lugar a quien la cita. Contestaciones como éstas son más habituales de lo que desearíamos. Una formación técnica impecable no asegura una dirección acertada si no va acompañada de una formación en habilidades sociales suficiente para poder gestionar correctamente un equipo. Esto se debe a que, en muchos casos, el gestor accede a la dirección no por sus cualidades organizativas, sino por ser un buen especialista en el anterior puesto.

La literatura sobre teorías del comportamiento es abundante y explica de muchas maneras cómo dirigir equipos y ejercer el liderazgo. Los estudios empíricos sobre los que se sustenta son variados y rigurosos. El problema consiste en llevar a la práctica estas teorías cargadas de conceptos y definiciones. Sin querer menospreciar estos estudios, puesto que son la base de conocimiento de estas páginas, deseamos con este libro servir de puente entre la ciencia y la práctica del día a día.

Dirigir personas es complejo y a la vez sencillo, siempre que utilicemos el sentido común. ¿Nos hemos preguntado alguna vez por qué algunos colaboradores no asumen sus responsabilidades, ponen reticencias a realizar sus tareas y evitan seguir las normas? Una respuesta sencilla y seguramente correcta será decir que están desmotivados. Con la desmotivación se explica todo. Pero, ¿por qué no plantearnos que les trae más cuenta esa conducta que la que nosotros deseamos que practiquen?

Al que no asume sus responsabilidades se le termina dejando apartado sin molestarle, al que pone pegas para hacer una tarea dejamos de pedirle que las haga y con el que no sigue la norma acabamos tirando la toalla dándole por perdido. ¿Por qué, por otro lado, penalizamos muchas veces a aquéllos que cumplen a la perfección? Les exigimos más que al resto, contamos siempre con ellos cuando hay dificultades y les reconocemos su buen hacer pensando que eso justifica el darles otra vuelta de rosca. Sentido común, observación, lógica, sencillez. Esto es lo que te ofrecemos en este libro. Esperamos que provoquen en ti una reflexión productiva y sean de tu agrado

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